Tuesday, June 19, 2007

La vida de un Mentiroso (fragmento)



El fraile Marco de la capilla de San Juno era un hombre solitario, bondadoso, tranquilo, y mentiroso.

En su juventud había vivido en los restos de la gran ciudad, donde a sus 10 años ejercía como ladrón de pequeña monta, corriendo por los laberintos del centro antiguo y decadente, robaba lo que podía y lo cambiaba por comida y monedas.

Era un niño mayor que el, llamado Pablo quien le enseño a sobrevivir robando, Pablo  cada noche reunía los demás niños de la calle en torno al extractor del tren subterráneo donde el aire tibio les permitía dormir.
 En ese lugar entre la basura y el calor de sus propios cuerpos, los niños escuchaban las mentiras e historias que Pablo inventaba sobre seres mitológicos que existían detrás del desierto, y al final de las altas montañas.

Con estos relatos los niños se perdían en el sueño y el frío, más de una vez para siempre.

Marco había transformado en un joven profesional del engaño, no respetaba nada en el mundo, excepto a Pablo, su mentor y protector, que a sus veinticinco años estaba algo extraviado en su mente y el alcohol.

En vez de salir a robar o cuidar de los chicos, pasaba sus noches sentado, borracho, hablando del desierto, el mar, y las sombras del universo. Su pelo largo se enmarañaba, su barba no dejaba ver más que el brillo de dos ojos oscuros y perdidos.
Los demás chicos dejaron a Pablo solo en su filosofía absurda.
Pero Marco no, incluso lo alimento cuando ya nadie quería mantenerlo.
Y al final cuando cuando fueron expulsados de la pandilla, en su rabia y frustración, al no verse capaz de abandonar a su hermano, Marco le pregunto -"Pablo ¿Que debemos hacer?-"
Entonces Pablo dijo algo que Marco había escuchado millones de veces, pero en lo que jamás había reparado hasta ese momento, ya sea por repetición, o por que la pregunta hizo eco en su mente turbada, Pablo respondió "-Debemos cruzar el desierto hasta el mar-"
Ese día cambio sus vidas. Comenzaron lenta y precariamente de la gran ciudad, camino a la muerte segura, hacia el desierto, hacia donde nadie jamás iría, donde nadie los buscaría, siguiendo las visiones del joven loco.
 Esa tarde mientras perdían de vista las ultimas ruinas de la ciudad, por primera vez sentían algo nuevo e indescriptible,
En sus almas, la palabra que no reconocían, era libertad.
Sobre ellos las estrellas brillaron infinitamente.
Algo más paso esa noche, algo que tranquilizo a Marco, Pablo dejo de hablar incoherencias y comenzó a sonreír.
Había despertado algo en su interior.
Mientras aguantaban el frío máximo del desierto abierto, el futuro fraile Marco se durmió escuchando una vez mas las historias que lo mantuvieron con vida toda su infancia.

4 comments:

Anonymous said...

Más palabras de Whitman, para estar más conscientes:

"Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno".

chapa said...

me gusta narrar cosas simples. la vida esta llena de esos momentos en que lo importante fue un sabor o un color.

s u m i k o said...

Has leído a Alessandro Baricco?
Te envié Seda?

s u m i k o said...

Ah... debes leer "El Río", de un delincuente nacional, cuando caía en cana escribía. De hecho la edición francesa trae un prólogo de Neruda... es fascinante.