Tuesday, May 31, 2011

El cafe de Luis...


Cuando comencé a escribir en este blog varias cosas se conjugaron para entender que mi vida se ponía interesante.

Una de ellas fue tomarme un café antes de entrar a mi trabajo en un pequeño lugar a la salida del metro Manuel mont.

Siempre he sido asiduo a los cafés y lugares agradables de Santiago.

Desde los 16 visito la converseria de Julio, desde los 17 la librería de Alejandro y hace unos 6 años el café de Luis, atendido por su dueño, un hombre de mirada agradable, pelo blanco, flaco, tranquilo, siempre curioso, con la vista siempre un poco por encima de mi hombro esperando a que termine lo que trato de escribir o de dibujar, para que se lo muestre.

El café Nefertitis era todo lo que un a persona sencilla puede querer de la vida antes de entrar a trabajar, una vista agradable en frente de una pequeña plaza con jacarandas que marcan las estaciones año tras año.

Adentro un espacio reducido y el ambiente perfecto para la conversación mas intensa o despreocupada sobre la vida, los ovnis, el trapecio, el petróleo, las conspiraciones mundiales y... la vida, el amor, la paciencia y el zen, que significa la felicidad.

Creo que muchas de esas cosas jamas las responderé, pero no es lo importante, me las plantie junto a la sincera amistad de un hombre que supo estar siempre atento y optimista frente a los cataclismos de la vida.

Hoy la plaza no existe, la reconstrucción de la salida del metro la transformo en un mero lugar de paso sin ningún atractivo para nadie.

El pequeño café de Luis tubo que soportar un tiempo casi infinito de ruido y polvo que termino por nublar y al fin hacer naufragar su empresa.

Siempre fuimos un par de optimistas frente a todo lo que nos golpeo, y en estos años muchas cosas lo hicieron... pero hoy mientras me hablaba de sus últimos días antes de cerrar, ya sin ganas ni esperanzas, solos en el lugar cerrado a las 4 de la tarde, solo pude quedarme mirando a mi amigo, compartiendo un vaso de bebida y mirando el ultimo invierno de los jacarandas que ya no existen si no en la memoria de un tiempo en que no logre desentrañar que diablos es la felicidad, pero la sentí.