Monday, April 24, 2006

Aiki





El hombre alado llevaba horas sentado en la copa de ese árbol ancestral, sus ramas contienen la historia, en el movimiento de las hojas de ven los destinos del mundo, su sabia se siente corriendo lenta y poderosamente por dentro con el ritmo del sol.

El hombre alado no tiene nombre, siempre estuvo solo y no lo llamaron jamás, más que los instintos que no recurren a palabras.

Esta buscando una razón para seguir adelante, por que el norte resulto estar muy lejos, salio de su cueva hace años y su viaje no parece tener final.
El árbol ancestral le habla tranquilamente, le susurra cosas sobre su vida, sobre cuando era un niño y aun no sabia volar. Los ojos del hombre alado se abren mas allá de la oscuridad de sus pupilas, y comienzan a ver los paisajes de su pasado, ve el mar, los arrecifes cubiertos de flores, el color del cielo antiguo, la arena bajo sus pies y entre sus pequeñas alas, y su eterna soledad, no hay nadie con el, pasan los años y ve la tierra desde lo alto, cubierta de nubes, y otras veces nítida dibujada por la luz. Y esta solo. Se ve luchando con la tormenta, y se ve solo, se ve flotando en las noches de luna creciente siempre solo.
Y ahora se ve sentado en el presente sobre la copa de ese enorme árbol que extiende sus raíces hasta el centro de la tierra, y se ve en las siguientes horas, en los días que vendrán, en las semanas y los años, entiende que la vida también crea seres solitarios con un fin.

Este árbol en el pasado también estuvo aquí, en el tiempo en que esto era un desierto, una árida planicie, luego el borde de un río enorme que desaparecía cada año, después el lecho de una lago, y ahora, un bosque frondoso una vez mas, y el árbol gigantesco siempre aqui, sobresaliendo sobre todas las cosas, en el fondo de todo también, muchos hombres vinieron a el, a hacer preguntas sobre el mundo, algunos lo cuidaron el resto de sus días, una vez mas encontró un guardián que vea el destino, y que hable por el.

A cambio de esto, una palabra corta, un nombre para ser alguien, las hojas susurran “Aiki”. El hombre alado tiene nombre ahora, tiene una misión y ya no estará más solo. Aiki se levanta y vuela sobre el árbol y el bosque, necesita pensar en lo que a pasado antes de comenzar.