Monday, January 16, 2012

El pasto de mi alma.


No lo podía creer, creo que tal vez nadie se dio cuenta, ni siquiera yo al principio.
La plaza desapareció! nos borraron, nos barrieron, nos des men bra ron los últimos quince años de historia de uno de los primeros movimientos de espontánea ocupación callejera.
Todo comenzo un buen día de Domingo, como comienzan los mejores cuentos de la vida.
Un tropel de lunáticos y desquisiados jugando en una plaza hermosa, impregnada por la historia y coronada por el museo de bellas artes como si fuera una inmensa cuna apadrinada por un padre superior.
Pasamos buenos momentos, excelentes si he de decirlo difíciles de superar.
Conocí a los mejores amigos de mi vida en ese lugar.
Definí lo que quería hacer el resto de mis días.
El amor mas profundo que un ser humano puede sentir, ese que te dice lo que tienes que hacer, la vocación, la misma que arrastra al monje de rodillas ante su dios, si, es la misma que lleva al payaso a su pista, es exactamente la misma voz la que te dice cuando y donde existir.
Todo eso nació en la plaza Sebastian Bach y por eso la peleamos, la defendimos, la cuidamos, fuimos criticos de ella también y después de que todo la eufória comenzó a desvanecerse junto con la juventud, pasábamos por ella algunos domingos, como orgullosos de lo que habíamos hecho, un pedacito de la historia de Santiago.
Bueno, como a quien le cuentan del fulanito que no ves hace rato, ese… si pos se murio… pero como???
Asi, no mas la plaza se termino, rompieron el circulo mágico, a fuerza de querer que se terminaran las juntas, terminaron matando el espacio.
Ahora reina el pasto y la nueva diagramacion, ahora ya no hay parque forestal para malabarear, ahora cuando pase por el tendré que recordar mas o menos hasta donde llegaba la plaza, a ver, si mira, mas o menos por aquí conocí a Mañungo, mas o menos por aquí aprendi monociclo, aquí me pelie con este, aquí hable con Tapio, practicaba mano a mano, forme mi compañía...
Sera que me voy acabando yo también, aunque no quiera permitir que me saquen las bancas, que me rompan las lozas, que me corten el pasto de mi alma.