Monday, June 18, 2007

El guerrero del señor.


En el templo de San Juna de la Concepción, a la orilla del desierto, se exhibe un ala de plumas blancas de unos cuatro metros de largo. compuesta de plumas densas y hermosas, el ala parece estar cortada desde su base.
Debido a su gran tamaño la aparición del ala es atribuida aun ángel que se dice llego hace años herido desde el mar, con una de sus alas rota.
Destruida por la terrible pelea que sostuvo con los entes demoníacos del fin del mundo.
La leyenda dice que el ángel al morir se desvaneció en el aire pero antes de desaparecer le pidió al párroco local que le cortara el ala y la dejara en la iglesia como prueba irrefutable de que el cielo es tan real y tangible como la existencia de que los demonios que viven detrás del desierto en el fin del mundo.
La verdad sobre esta historia es que hace cincuenta años, desde el desierto, la silueta de un hombre alado se dibujo en el cielo dando una gran sombra en el patio de la iglesia, hasta el cual el viejo párroco acudió corriendo, lo más veloz que sus cansadas piernas le permitieron.
El encuentro de esa tarde fue presenciado solo por niños que desde la reja de la iglesia podían ver el patio desde lejos, pero no entrar.
Si hubieran visto mas de cerca, se habrían dado cuenta del hedor a animal oscuro que la criatura expelía, y que era mucho mas terrena que el mismo párroco que había dedicado su vida a la santidad de su religión, a diferencia del hombre alado que no poseía mas que hermosos ritos paganos en su vida.
El supuesto ángel había cruzado el desierto desde el mar, volando herido por el fuego que lanzaban los hombres sin alas. Había soportado el dolor horrible de volar con la carne viva, solo para devolver el artefacto maligno que le había arrebatado a los hombres que intentaron matarlo.
El hombre alado entrego el rifle al parroco, y le dijo al viejo que advirtiera a los demás hombres sin alas sobre el peligro de mezclar sus sangres.
Los hombres alados del otro lado del desierto no habían visto a un hombre sin alas hace muchos años y este primer encuentro con los exploradores había terminado muy mal por culpa de las armas del hombre sin alas, había tenido que matarlos después de ser herido sin razón.
Los hombres alados habían visto en sus sueños una guerra en la que no querían participar.
Por eso el había venido hasta el viejo templo, al otro lado del desierto, a devolver el arma y a pedirle al párroco que encontrara la forma de detener a los hombres antes que decidieran cruzar otra vez el desierto. "el mundo es muy grande" le dijo "no necesitan cruzar, ni nosotros venir aquí."
Dicho esto el gran hombre alado murió y su cuerpo fue enterrado en el patio del convento, donde aun esta, bajo un naranjo. El párroco cumplió su misión de intermediario creando el mito que detiene a los viajeros en la orilla del desierto infinito que conduce al mar.
Los niños que vieron la llegada del ángel ahora son ancianos creyentes que confirman su fe cada vez que recuerdan como se levantaban las hojas y el polvo, mientras descendía desde el sol ardiente el guerrero del señor.

2 comments:

Anonymous said...

Un extracto del poema de Walt Whitman:
"No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado, tus sueños..."

chapa said...

gracias.