Thursday, June 26, 2008

Nunca vas a entender
qué se siente vivir tu vida
sin propósito ni control
sin ningún lugar dónde ir
te sorprende que exista
y que arda tanto mientras tu  sólo te puedes preguntar por qué.

Jarvis Cocker.

Friday, June 20, 2008

DEJA VU


José despierta y respira, mirando al gato que lo observa desde la ventana con ojos fijos.
Piensa que eso ya lo vivió, le parece insólita la sensación del deja vu.
Tal vez se pregunten por que cuando uno vive el deja vu se paraliza un seg. Con la mirada en lo re encontrado. Como si quisiera atrapar el momento exacto, como si algo estuviera por romperse, como si uno tuviera una especie de poder sobre el tiempo.
La verdad es que esta reacción natural, en la que primero se piensa y luego se dice, de ja vu. Tiene una razón muy importante, como muchas de las pequeñas cosas que suceden en la naturaleza.
Cuando nos alcanza un deja vu, lo que nos pasa en realidad, no tiene mas explicación que la aproximación de nuestra velocidad al punto en que transcurre el tiempo.
Entonces no vemos el futuro, cosa impensada, si no, lo que pasa inmediatamente ahora, ahora, ahora, en lo que llamaremos, segundo cero, sin el retrazo de la mente, ni la razón.
Y ese momento, en que uno espera, sosteniendo la respiración, extrañado, reconociendo todo lo que ves, es nada más que el momento en que estamos esperando, retroceder hasta el segundo en que solemos existir.
Es peligroso para los humanos vivir en el presente.
Es el mundo de los oráculos, de la verdad, de los instintos.
De la claridad, que nos atormentaría, tal vez, a la mayoría de nosotros.
Y me refiero a los humanos , por que los gatos, como el de José y otros animales fantásticos, viven y siempre existieron es ese plano de lo completamente real.
Es así que cuando José miro a su gato que lo miraba también, se sintió primero absorbido por el deja vu, pero no sostubo la respiración, si no que se concentro en el felino hasta sentir, hasta imaginar, que el, desde su cama y entre sus sabanas y el cuarto con todo lo que había en el y el mundo fuera de el, todo eso y lo que el no conoce, habitaba en el reflejo de los ojos de su gato.
Todo esto por que el exquisito deja vu mezclado con el brillo de las pupilas de un ser que habita en el segundo cero, le otorga a José un regalo que solo algunos chamanes y ciertos hombres de fe logran identificar. La percepción pura y cruda de la vida.
Esto sucede a veces, pocas veces, pero sucede, y suele ocurrir ligado al efecto de algunas drogas muy finas, y antiguas. Puede suceder también, según algunos estudiosos de la materia, entre dos amantes en el preciso momento en que se encuentran sus miradas muy de cerca en medio del orgasmo, cuando en los ojos de uno se reflejan largas y densas pestañas de sombra, sobre la imagen del otro que se mira, ahogado entre el placer y la humedad de la pupila.
Vivimos en el segundo cero.
Sin embargo no acostumbramos habitarlo.
¿Seriamos más plenos?
¿Seriamos más bellos?
¿Mejores personas?
Esa mañana José termino su breve proceso de deja vu se levanto he hizo el café.
La sensación lo acompaño unos minutos más.
De pronto le pareció que pasaría de nuevo.
Se acerco a la ventana con la clara idea de que vería pasar una señora mayor con un bolso de papas, apareciendo por la esquina de su calle.
Y el entusiasmo fue mayor mientras verificaba que la luz y atmósfera concordaban con su predicción.
Al momento de llegar a la ventana miro hacia la derecha, hacia la esquina en cuestión, como haciendo fuerza mental, justo antes de que un feroz pelotazo le volteara el rostro, el café y el estado de animo junto con su autoestima y presentimientos.
Si la mujer apareció. José nunca lo supo.
Si José fuera más astuto habría notado como su gato se escabullo de esa ventana un segundo antes con un suave salto para evitar el pelotazo.
El deja vu en definitiva es casi siempre el responsable de que otro mito sea infinidad de veces sacado relucir.
Este sería, las siete vidas de los gatos

Sunday, June 15, 2008

El viaje hacia la nave.

Pase un montón de tiempo entre los libros de un viejo amigo.
Hablando de la vida de la suerte de las cartas del tarot.
Pase muchísimo tiempo en el café de otro viejo amigo, hablando de política de la dictadura, de mujeres del amor.
Escuchando himnos rusos, cantando tangos sangrientos, tomando café negro, negro, negro.
Fumando.
Pase otro largo rato, colgado del trapecio, jugando, jugando, jugando, dejando el alma libre, sin peso, sin ataduras, sin dolor, sin sabor, sin sexo, sin culpa ni color.
Algo parecido a todo eso, muy parecido, pero mucho mejor.
Pase un rato escribiendo, tímido, aburrido, y luego eufórico hasta vomitar todo el papel.
Pase mucho rato solo, caminado, por el centro de Santiago. Lleno de palomas, locos, ciegos y sordos, iluciones.
Me detuve a pensar, a respirar, a ser feliz un tiempo, a soñar con lo que debo hacer para seguir.
Tratar de evolucionar, de convertirme en ser humano, tratar de abandonar el miedo.
Amarme más, creerme más, correr mas, proponerme más.
Estoy seguro de lo que quiero.
Un lugar.
No le voy a poner color, ni nombre.
Lo voy a imaginar ahora mientras escribo, y lo voy a pegar en una pared de mi mente, frente a mis obligaciones, mis demás deseos, frente a las fotografías del café, de la librería, del parque forestal, de mis compañeros de casa, de mis vecinos, de la musica, y de todo lo que es realmente importante en mi vida.

Monday, June 02, 2008

La noche de las bestias.

La declaración del único sobreviviente no sirve en realidad para aclarar los acontecimientos de esa noche.

El joven soldado, fue encontrado, semidesnudo, golpeado y pálido, aferrado a su bayoneta en lo oscuro de una habitación del fuerte, rodeado de cadáveres de sus compañeros.

En su historia informa que esa noche supieron horas antes de la inminencia del ataque por los cantos y gritos al otro lado de las colinas, cientos de voces y tambores.

Se prepararon entonces, tenían fusiles y una metralleta, además de un pequeño cañón. Todo dispuesto frente a la resistente empaladiza.

“Estábamos furiosos por que un par de nuestros compañeros no volvieron de una ronda a la que fueron enviados esa tarde” los dimos por muertos, y queríamos venganza.

Queríamos verlos venir con sus cuerpos desnudos y sus entupidos escudos de madera, sabíamos que ante la primera descarga de pólvora huirían hacia el desierto pero nos darían la oportunidad de matar unos cuantos antes de desaparecer en la noche.

Cuando los vimos rodeándonos desde las colinas la adrenalina se manifestó en mí piel.

Luego gritaron y se lanzaron corriendo como sombras en la noche, levemente dibujados por la luz de la luna, eran un buen blanco, a la orden, apuntamos.

A la distancia adecuada recibimos la primera orden de fuego.

disparamos.

El estruendo fue tremendo la humareda nos nublo la vista unos segundos, los suficientes para cargar otra vez.

Pensamos que huirían, pero no, ni siquiera eran ellos, no gritaban, rugían, y corrían agachados muy rápido, en cuatro patas, eran monstruos, animales, simios, leones, grandes.

Pensé que era mi pánico el que me confundía. Me concentre en la mira apuntando a lo que parecía de alguna forma algo, humano, a ratos.

La segunda orden de fuego nunca llego.

Me voltee a ver a mi superior parado detrás del pelotón, su rostro era de espanto.

Todo fue un caos.

Saltaron la empalizada, sobre nosotros, algunos venían sangrando, horribles, furiosos.

La expresión y los cantos, cantaban todo el tiempo, mientras nos mataban y nos comían vivos.

En medio de todo vi a un soldado desnudo, era blanco, era de los nuestros, uno de los que dimos por muertos esa tarde. Estaba sobre otro fusilero, golpeándole el cráneo contra el suelo, tenia la boca llena de sangre, venia con ellos, ya no era humano, sus ojos daban miedo.

Vi leones, simios, serpientes, buitres y cerdos, nosotros éramos los cerdos, gritando y muriendo.

Llenos de horror.

Esa noche, todos fuimos bestias.