Monday, June 02, 2008

La noche de las bestias.

La declaración del único sobreviviente no sirve en realidad para aclarar los acontecimientos de esa noche.

El joven soldado, fue encontrado, semidesnudo, golpeado y pálido, aferrado a su bayoneta en lo oscuro de una habitación del fuerte, rodeado de cadáveres de sus compañeros.

En su historia informa que esa noche supieron horas antes de la inminencia del ataque por los cantos y gritos al otro lado de las colinas, cientos de voces y tambores.

Se prepararon entonces, tenían fusiles y una metralleta, además de un pequeño cañón. Todo dispuesto frente a la resistente empaladiza.

“Estábamos furiosos por que un par de nuestros compañeros no volvieron de una ronda a la que fueron enviados esa tarde” los dimos por muertos, y queríamos venganza.

Queríamos verlos venir con sus cuerpos desnudos y sus entupidos escudos de madera, sabíamos que ante la primera descarga de pólvora huirían hacia el desierto pero nos darían la oportunidad de matar unos cuantos antes de desaparecer en la noche.

Cuando los vimos rodeándonos desde las colinas la adrenalina se manifestó en mí piel.

Luego gritaron y se lanzaron corriendo como sombras en la noche, levemente dibujados por la luz de la luna, eran un buen blanco, a la orden, apuntamos.

A la distancia adecuada recibimos la primera orden de fuego.

disparamos.

El estruendo fue tremendo la humareda nos nublo la vista unos segundos, los suficientes para cargar otra vez.

Pensamos que huirían, pero no, ni siquiera eran ellos, no gritaban, rugían, y corrían agachados muy rápido, en cuatro patas, eran monstruos, animales, simios, leones, grandes.

Pensé que era mi pánico el que me confundía. Me concentre en la mira apuntando a lo que parecía de alguna forma algo, humano, a ratos.

La segunda orden de fuego nunca llego.

Me voltee a ver a mi superior parado detrás del pelotón, su rostro era de espanto.

Todo fue un caos.

Saltaron la empalizada, sobre nosotros, algunos venían sangrando, horribles, furiosos.

La expresión y los cantos, cantaban todo el tiempo, mientras nos mataban y nos comían vivos.

En medio de todo vi a un soldado desnudo, era blanco, era de los nuestros, uno de los que dimos por muertos esa tarde. Estaba sobre otro fusilero, golpeándole el cráneo contra el suelo, tenia la boca llena de sangre, venia con ellos, ya no era humano, sus ojos daban miedo.

Vi leones, simios, serpientes, buitres y cerdos, nosotros éramos los cerdos, gritando y muriendo.

Llenos de horror.

Esa noche, todos fuimos bestias.


1 comment:

Yam said...

:O eso es de Mamoru Oshii???? la novela la quoero conseguir tenes idea donde puedo encontrarla???